La dificultad de estar ahí

Publicado el Publicado en Ciudad valiente, Comú de Lleida, Comunes, Paeria.

Es necesario que «los políticos» se pongan de acuerdo, que piensen en los problemas de la gente, que se dejen de rencillas partidistas y trabajen de una vez! Esto es lo que reclama la sociedad. Y al mismo tiempo, cuesta encontrar noticias sobre el trabajo hecho o sobre los acuerdos alcanzados. La complejidad no da buenos titulares. Y los matices, la gama de grises y las valoraciones pausadas cuestan de incluir en un tuit. Acabamos proclamando vencedoras las soluciones que imponemos al resto y situamos como debilidades las concesiones, aunque posibiliten los tan reclamados acuerdos.

El trabajo no hace ruido y difícilmente consigue alzar la voz en medio de la guerra abierta a las redes sociales y en las conversaciones de bar (que más o menos, acaban siendo el mismo). Equiparamos coherencia a intransigencia, firmeza a inflexibilidad y mayoría a imposición. Y acabamos valorando que si no se hace lo que queremos, hemos perdido; y que si no se da un puñetazo en la mesa o un portazo al salir, no hay suficiente valentía.

Y quizás la valentía es otra cosa. Quizás es mirar de frente la contradicción que supone ver cómo hay demasiadas personas durmiendo en la calle porque no ha sido suficiente multiplicar casi por 10 la inversión en el dispositivo de temporeros y adelantarla 15 días. Quizás es asumir que somos personas humanas y que, al igual que nos hiere la injusticia de la represión hacia otros seres humanos, a veces no tenemos a mano los superpoderes que parece que haya de ostentar un cargo público. Quizás la valentía es hacer propuestas sin sacar rédito político (mejor dicho partidista) o enfrentarse a la autocrítica constante. Quizás valentía es tener que afrontar una negociación con un banco nada ejemplar para poder obtener mejores condiciones en un préstamo a la EMU para poder comprar pisos destinados a familias vulnerables. Y, encima, tener que comprobar que sigue siendo insuficiente. Valentia quizá también es tener que defender una solución que contradice parte de lo que defensas porque, a pesar de todo, es mejor que nada. De ello también se puede decir incoherencia, contradicción y, incluso, traición a los principios.

La pregunta es si la coherencia absoluta puede existir en una realidad compleja sin mayorías absolutas y en clara minoría dentro de un gobierno de partidos diversos. O si tiene algún tipo de efecto para las familias desahuciadas, para los temporeros que duermen en la calle o para el medio ambiente que, a fin de no equivocarnos nunca y de no caer en contradicciones, dejáramos de estar. Quizás sería más sencillo y más cómodo. Pero la política (que no el partidismo) es incómoda. Y necesitaremos valentía, incluso, para evaluar si vale la pena estar. En la balanza tendremos que poner los cambios reales que estamos consiguiendo hacer y las soluciones palpables que estamos sabiendo encontrar. Y, al otro lado, lo que significaría no estar, dejando de lado los cálculos de las papeletas que se pueden perder por el camino. Estar ahí no tiene que significar quedarse a toda costa. La dificultad de estar allí debe valer la pena.

Amaia Rodrigo Arcay
Miembro del Comú de Lleida

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