Sobre despachados, huidos, retirados

Publicado el Publicado en Comú de Lleida, Comunes, Notícias, Paeria.

Xavier Domènech ha dicho que abandona la política y que vuelve a la universidad, a dar clases. Cuestiones personales, cansancio, déficit de energía para afrontar los retos que se plantean ahora han sido los motivos. Y, sobre todo, la responsabilidad para con un proyecto que requiere de una energía que ahora él no se ve con fuerza de aportar, han pasado por delante del resto de razones por las que parece ser que la gente se pone en política. Domènech considera que ahora es el mejor momento, mejor, sobre todo, por el proyecto político en el que ha participado y por el que ha trabajado. Se retira de la política porque es una persona que nunca la ha entendido como una vía para ascender, como la plataforma en la que enriquecerse y prosperar. Él es un profesor universitario y considera que ahora es el momento de devolver a hacer lo que ama.
Xavier Domènech no es la única persona que, en los últimos tiempos, ha abandonado la primera línea política. Hace unas semanas era Mariano Rajoy quien dejaba de ser presidente del gobierno y de su partido. Rajoy no ha escogido plegar. Todo lo demás decidieron que era el momento de hecharlo. Rajoy no quería marchar, lo han expulsado. A él y a Soraya, su segunda, aquella quién le ha estado cubriendo los hombros. A ambos les han echado.

Ángel Ros huye y con la pantomima de la elección de su sustituto, el PSC se afana por presumir de supuesta fortaleza y capacidad de regeneración. Ahora resulta que Félix Larrosa es sabia nueva, un jovenzuelo rebosante de energía que aporta un nuevo proyecto. Como si no lo conociéramos paso.

También Ángel Ros ha plegado. En su caso, su figura amortizada y decadente ya molestaba. Era un político inútil que, incapaz de generar ningún tipo de ilusión, se aferraba al cargo a la desesperada preocupado por el estatus económico de su familia. En el momento que Pedro Sánchez ganó la moción de censura, de manera totalmente inesperada, se le abrió el cielo y surgió la oportunidad de colocar al yerno y de encontrar una salida no indigna de su cargo. Cuando ha tenido ocasión, ha huido. Como la rata que huye del barco que se hunde, ha saltado al primer tablon que ha visto que flotaba. Ha pirado antes de derrumbarse víctima de su fracaso e incompetencia. A Rajoy le han echado. Ros ha huido.
Es interesante analizar las lecturas que desde sus formaciones y desde los medios se han hecho de los tres despidos. Rajoy pliega de la política con homenajes, abrazos, aplausos y discursos halagadores. Es un derrotado de la política pero marcha con la simpatía de los medios afines. El despachan sin méritos y su partido cuenta la película de la excelencia de su renovación. Como si hubiera sido una opción deseada. Ángel Ros huye y con la pantomima de la elección de su sustituto, el PSC se afana por presumir de supuesta fortaleza y capacidad de regeneración. Ahora resulta que Félix Larrosa es sabia nueva, un jovenzuelo rebosante de energía que aporta un nuevo proyecto. Como si no lo conociéramos paso.

La dimisión de Xavier Domènech es una buena noticia para los comunes. No porque vaya. Es una buena noticia porque esta es una decisión fruto de su voluntad.

Cuando se habla de la decisión de Xavier Domènech, en cambio, el discurso es otro. Se acentúa la debilidad del proyecto político, se destacan las divisiones internas, los conflictos no resueltos. Domènech, a los ojos de los medios que celebran las decisiones forzadas de Rajoy y de en Ros, es un derrotado. Cuando la realidad es exactamente la contraria.

Xavier Domènech marcha porque quiere y puede. Nadie lo ha echado. Nadie deseaba que se fuera. Si la decisión sorprende y entristece es inesperada y, desde la perspectiva de la práctica política, ilógica. ¿Quien se marcha cuando nadie se lo pide? ¿Quien pliega cuando se le considera imprescindible?

Quien desaparece porque lo echan es un perdedor. Quien huye cuando las cosas pintan mal un cobarde. Quien antepone la familia, su bienestar emocional y prioriza el proyecto a su carrera política es un valiente responsable.

Aquellos que ven la política como un revoltijo tabernario, aquellos que sólo entienden de cojones, de machos alfa que llaman más que los demás y se eriza por sus victorias mezquinas, no lo entienden. Hay gente que prefiere formar parte de proyectos políticos con perdedores arrogantes y cobardes mezquinos. Yo prefiero proyectos con personas normales, que se angustian y sufren. Xavier Domènech ha plegado porque ha querido. Tomar una decisión siempre es mejor que asumir un imponderable. Qué quieres que te diga, prefiero mil veces un proyecto integrado por personas normales. La dimisión de Xavier Domènech es una buena noticia para los comunes. No porque se vaya. Es una buena noticia porque esta es una decisión fruto de su voluntad. Lo hace porque puede hacerlo y sus compañeros lo entienden y se alegran por él. Y no pasa nada.

Alfred Sesma (miembro del Comú de Lleida)

Xavi Domènech (imagen de @CatENComu_Podem)

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